martes, 29 de julio de 2008

SIGLO XVII

SIGLO XVII
El siglo XVII fue para España un período de grave crisis política, militar, económica y social que terminó por convertir el Imperio Español en una potencia de segundo rango dentro de Europa. Los llamados Austrias menores -Felipe III, Felipe IV y Carlos II- dejaron el gobierno de la nación en manos de ministros de confianza o validos entre los que destacaron el duque de Lerma y el conde-duque de Olivares. En política exterior, el duque de Lerma, valido de Felipe III, adoptó una política pacifista y logró acabar con todos los conflictos heredados del reinado de Felipe II. Por el contrario, el conde-duque de Olivares, valido de Felipe VI, incolucró de lleno a España en la guerra de los Treinta Años, en la que España sufrió graves derrotas militares.
Durante la segunda mitad del siglo, Francia aprovechó la debilidad militar española y ejerció una continua presión expansionista sobre los territorios europeos regidos por Carlos II. Como consecuencia de esta presión, la Corona española perdió buena parte de sus posesiones en Europa, de modo que a principios del siglo XVIII el Imperio español en Europa estaba totalmente liquidado.
En política interior, la crisis no fue menos importante. El duque de Lerma procedió a la expulsión de los moriscos (1609), con lo que se arruinaron las tierras de regadío del litoral levantino, y permitió la generalización de la corrupción administrativa. Posteriormente, la política centralista del conde-duque de Olivares provocó numerosas sublevaciones en Cataluña, Portugal, Andalucía, Nápoles y Sicilia. La rebelión catalana fue sofocada el año 1652, mientras que la sublevación portuguesa desembocó en la independencia de ese país (1668).
La crisis social y económica
En el siglo XVII, España sufrió una grave crisis demográfica, consecuencia de la expulsión de casi 300.000 moriscos y de la mortalidad provocada por las continuas guerras, el hambre y la peste. La sociedad española del siglo XVII era una sociedad escindida: la nobleza y el clero conservaron tierras y privilegios, mientras que los campesinos sufrieron en todo su rigor la crisis económica. La miseria en el campo arrastró a muchos campesinos hacia las ciudades, donde esperaban mejorar su calidad de vida; pero en las ciudades se vieron abarcados al ejercicio de la mendicidad cuando no directamente a la delincuencia.
Por otra parte, la jerarquización y el conservadurismo social dificultaban el paso de un estamento a otro y sólo algunos burgueses lograron acceder a la nobleza. La única posibilidad que se ofrecía al estado llano para obtener los beneficios que la sociedad estamental concedía a los estamentos privilegiados era pasar a engrosar las filas del clero. Este hecho, unido al clima de fervor religioso, trajo como consecuencia que durante el siglo XVII se duplicara el número de eclesiásticos en España.
La fundamentación del racionalismo
El pensamiento racionalista tuvo en el siglo XVII algunas de sus figuras más destacadas: Descartes, Leibniz, Spinoza... Todos ellos relegaron la posibilidad de un saber revelado y defendieron que la razón es la principal fuente de conocimiento humano. De este modo sentaron las bases del racionalismo.
Quienes más influyeron en el pensamiento posterior fueron el físico italiano Galileo Galilei y el matemático francés René Descartes.
Galileo Galilei fue uno de los fundadores del método experimental. A partir de sus observaciones, enunció las leyes de caída de los cuerpos y refrendó la teoría heliocéntrica de Copérnico. Debido a sus conclusiones, Galileo fue sometido a un humillante proceso inquisitorial, en el que se le obligó a abjurar de sus argumentos sobre el desplazamiento de la Tierra alrededor del Sol.
René Descartes fundamentó el racionalismo filosófico y científico. Partiendo de la crítica de los sentidos como forma de conocimiento ha de fundamentarse en la intuición de principios incuestionables; desde ese momento, la razón elabora construcciones cada vez más abstractas, siguiendo un método deductivo.
En España, la influencia del racionalismo apenas se dejó sentir. En su lugar, se registra una actitud de escepticismo hacia la naturaleza humana, escepticismo que conduce a una visión pesimista del mundo radicalmente opuesta al optimismo renacentista. Un buen ejemplo de esta actitud lo encontramos en Baltasar Gracián, para quien las únicas armas de que se dispone para combatir el estado de crisis y ruina de la sociedad son el individualismo y la desconfianza hacia los demás.
El Barroco es una é poca contrapuesta al renacimiento que destaca por un siempre presente sentimiento de desconfianza, pesimismo y desengaño. Estas son algunas aspectos de esta época en materia social, cultural, artística y literaria:
Aspectos Políticos: Felipe II, Felipe III, Felipe IV, Carlos II
despreocupación y debilidad de los monarcas y dirección de la nación por ineficaces validos
corrupción
bancarrota del estado
Aspectos Sociales
caída demográfica: guerras, hambre, migraciones a la periferia y América
estructura social: nobleza privilegiada pero inoperante (concentra la riqueza pero no la invierte en industria)
la burguesía no tiene suficiente dinero para crear industria
empobrecimiento general y fuertes subidas de impuestos => contraste de la gran pobreza del pueblo con el lujo en la corte
Aspectos Económicos
contraste pobre <=> rico
reducción de los beneficios de las colonias
escasez de mano de obra
aumento de la mendicidad (pícaros, vagabundos, ladrones, ...)
=> pesimismo, escepticismo y desengaño => para superar este sufrimiento: gran deseo de goce / idealización de la vida / tendencia a la exageración / búsqueda de la perfección y el retorcimiento / contrastes (técnica del claro-oscuro)
Renacimiento: HUMANISMO IDEALIZADO Barroco: HUMANISMO VITALISTA (individualidad e historicidad de los hombres en primer plano)
Barroco Literario en España
El siglo XVII y el auge de las premisas barrocas coincidieron en España con un brillante y fecundo período literario que dio en llamarse Siglo de Oro. Estéticamente, el barroco se caracterizó, en líneas generales, por la complicación de las formas y el predominio del ingenio y el arte sobre la armonía de la naturaleza, que constituía el ideal renacentista.
Entre los rasgos más significativos del barroco literario español resulta relevante la contraposición entre dos tendencias denominadas conceptismo y culteranismo, cuyos máximos representantes fueron, respectivamente, Francisco de Quevedo y Luis de Góngora. Los conceptistas se preocupaban esencialmente por la comprensión del pensamiento en mínimos términos conceptuales a través de contrastes, elipsis y otras y otras figuras literarias. Por el contrario, los culteranos buscaban la delectación de una minoría culta mediante el recurso a metáforas, giros e hipérboles, con modificación de las estructuras fraseológicas, en busca del máximo preciosismo. Característica del barroco hispánico fue también la contraposición entre realismo e idealismo, que alcanzó su máxima expresión en la que estaría llamada a convertirse en una de las cumbres de la literatura universal, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (primera parte, 1605; segunda, 1615), de Miguel de Cervantes.
En toda la obra poética de Góngora, figura destacada del culteranismo, se halló presente el brillante estilo que lo hizo famoso, cargado de neologismos y complicadas metáforas. Más sencillo en su primera etapa, a partir de los poemas mayores -Fábula de Polifemo y Galatea (1612) y Soledades (1613)- se acentuaron sus artificios y el carácter culto y minoritario de su poesía. Fue ensalzado por unos y ferozmente atacado por otros en su época. Entre los más sobresalientes seguidores de Góngora se cuentan Juan de Tassis y Peralta, conde de Villamediana, autor del poema mitológico La gloria de Niquea (1622), y Pedro Soto de Rojas.



Como el de Góngora, el estilo de Quevedo es estructuralmente complejo, aunque utilizó siempre un lenguaje llano y no vaciló en ocasiones en recurrir a un tono procaz y brutal. Los temas que lo inspiraron fueron muy variados: morales, satíricos, religiosos, de amor, etc., y en el desarrollo de todos ellos subyace una concepción angustiada de la condición humana, común a obras tales como la novela picaresca titulada La vida del Buscón, llamado don Pablos (1626), o la alegoría Sueños (1627).
En esta época se distinguió además una línea clasicista diferenciada en dos corrientes básicas: la escuela sevillana, en la que destacó Rodrigo Caro, y la escuela aragonesa, cuyos representantes de mayor entidad fueron los hermanos Bartolomé Leonardo y Lupercio Leonardo de Argen sola, cultivadores de una lírica doctrinal y moralizante.
En el ámbito de la prosa narrativa del período barroco halló su marco la figura de Miguel de Cervantes Saavedra, autor también de poemas y comedias, que ha sido considerado unánimemente como la gran figura a lo largo de la gestación y la evolución de las letras españolas. En el Quijote, Cervantes creó el prototipo a partir del cual nacería al novela moderna. Concebida en principio para satirizar las novelas de caballerías, los dos protagonistas de la obra, don Quijote y Sancho, han perdurado como símbolos de dos visiones enfrentadas del mundo: la idealista y la realista.
Otras obras relevantes de Cervantes, siempre ensombrecidas por la universal dimensión del Quijote, fueron las Novelas ejemplares (1613) y Los trabajos de Persiles y Segismunda, novela publicada póstumamente en 1617.
El ideal artístico del Barroco
Frente al clasicismo renacentista, el Barroco valoró la libertad absoluta para crear y distorsionar las formas, la condensación conceptual y la complejidad en la expresión. Todo ello tenía como finalidad asombrar o maravillar al lector.
Dos corrientes estilísticas ejemplifican estos caracteres: el conceptismo y el culteranismo. Ambas son, en realidad, dos facetas de estilo barroco que comparten un mismo propósito: crear complicación y artificio.
Conceptismo y Culteranismo
El conceptismo
El conceptismo incide, sobre todo, en el plano del pensamiento. Su teórico y definidor fue Gracián, quien en agudeza y arte de ingenio definió el concepto como "aquel acto del entendimiento, que exprime las correspondencias que se hallan entre los objetos". Para conseguir este fin, los autores conceptistas se valieron de recursos retóricos, tales como la paradoja, la antítesis, la paronomasia, la metáfora o la elipsis. También emplearon con frecuencia la dilogía, recurso que consiste en emplear un significante con dos posibles significados, y la polisemia.
Su representante principal fue Francisco Quevedo.
El culteranismo
El culteranismo, cuyo principal exponente fue Góngora, se preocupa, sobre todo, por la expresión y la búsqueda de la brillantez formal. Sus caracteres más sobresalientes son la latinización del lenguaje y el empleo intensivo de metáforas e imágenes.
La latinización del lenguaje se logra fundamentalmente mediante el uso intensivo del hipérbaton y el gusto por las oraciones largas y por incluir cultismos y neologismos, como por ejemplo, fulgor, candor, armonía, palestra.
La metáfora es la base de la poesía culterana. El encadenamiento de metáforas o series de imágenes tiene el objetivo de huir de la realidad cotidiana para instalarnos en el universo artificial e idealizado de la poesía.
Destaca además el empleo de un estilo oscuro y difícil presidido por una acumulación e intensificación de recursos. Son frecuentes además las alusiones mitológicas.
Un arte teatral
El barroco artístico contrasta abiertamente con el ideal de armonía, proporción y medida que propugnó el Renacimiento. Las principales características del arte barroco son:
Dinamismo. El artista barroco desea crear sensación constante de movimiento. Frente al predominio de las líneas rectas en el arte renacentista, el Barroco se vale, sobre todo, de la línea curva.
Teatralidad. El artista intenta conmocionar emotivamente al espectador y para ello recurre a procedimientos hiperrealistas. Esta intencionalidad se aprecia, por ejemplo, en la representación de Cristos yacentes y en toda la imaginería sacra.
Decorativismo y suntuosidad. El artista del Barroco atiende por igual a lo esencial y a lo accidental. De ahí su minuciosidad en la composición de pequeños detalles y su gusto por la ornamentación.
Contraste. El artista barroco se manifiesta contrario al equilibrio y a la uniformidad renacentista. Su ideal es acoger en una misma composición visiones distintas, y hasta antagónicas, de un mismo tema. En los cuadros de asunto mitológico, por ejemplo, los dioses aparecen mezclados con personajes del pueblo.

Francisco de Quevedo

1580. Nace, probablemente, el 17 de septiembre en Madrid Francisco de Quevedo Villegas. Es bautizado el día 26 del mismo mes en la Iglesia de San Ginés. Son sus padres Pedro Gómez de Quevedo y María de Santibáñez, ambos oriundos del valle de Toranzo en la Montaña. Los cónyuges ocupan puestos de confianza en la corte, el primero como escribano de cámara de la reina Ana y secretario particular del príncipe e infantes. Francisco es el tercero de seis hermanos.
1586. Muere su padre. María de Santibañez será tutora de sus hijos hasta su muerte en el año 1600.
1594. Tras haber pasado posiblemente por las aulas del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús de Madrid, estudia en el Colegio de la Compañía en Ocaña, beneficiándose de la ayuda económica que había obtenido del monarca su abuela Felipa de Espinosa.
1596. Comienza estudios de artes en la Universidad de Alcalá de Henares. Obtendrá tres años más tarde el grado de bachiller y, poco después, el de licenciado en 1600, año en el que inicia estudios de Teología en la misma universidad. Se ha supuesto que en estas fechas se inicia la amistad con Pedro Téllez Girón, más tarde duque de Osuna.
1601. Prosigue sus estudios, al parecer, en la Universidad de Valladolid, ciudad a la que se había trasladado la corte.
1602. Tras dos años bajo la tutela de Andrés de Ozaeta, el escritor, junto a sus hermanos menores, estará a cargo de Agustín de Villanueva, residente en la corte de Valladolid, hasta 1605. Villanueva, casado con Ana Díez de Villegas, pariente de Quevedo, tenía en la época el cargo de Secretario del Rey. Uno de sus hijos, Jerónimo (1594), llegaría a ocupar el puesto de protonotario de Aragón y a ser uno de los hombres más influyentes bajo el reinado de Felipe IV. En este período, Quevedo comienza a hacerse un nombre en el mundo de las letras. Algunos poemas suyos aparecerán recogidos en las Flores de poetas ilustres de Pedro de Espinosa. Entre 1604 y 1605 mantiene correspondencia con Justo Lipsio.
1606. De regreso a la corte de Madrid, Quevedo vuelve también a su ciudad natal, donde probablemente recibe órdenes menores y se integra en la vida literaria de la corte.
1609. Escribe España defendida. Comienzan sus pleitos para obtener el señorío de La Torre de Juan Abad.
1610. Se le niega el permiso para publicar el Sueño del juicio final por "chabacano e imprudente".
1613. Viaja a Palermo para ponerse al servicio del duque de Osuna, Virrey de Sicilia entre los años 1610 y 1616.
1614. Se desplaza a Niza, Génova y Madrid, siguiendo instrucciones de su protector.
1615. Viaja desde Palermo a Madrid como portador del donativo votado por el parlamento de Sicilia. Además, y en calidad de hombre de confianza de Osuna, intriga en la corte, acudiendo incluso al soborno, para asegurar el nombramiento del Duque como Virrey de Nápoles. Estos hechos serán investigados, implicando a Quevedo, en 1621, tras la caída en desgracia del Duque.
1616. El duque de Osuna ocupa su nuevo cargo de Virrey de Nápoles, en donde encontraremos también a Quevedo a partir de septiembre.
1617. Se desplaza en misión diplomática a Roma. Poco después viaja una vez más a Madrid para llevar el donativo del parlamento napolitano y cuidar de los intereses del Duque. Felipe III le concede el hábito de Santiago.
1618. Se inicia el declive político del duque de Osuna. Quevedo regresa desde Nápoles a España de manera definitiva.
1621. Muerte de Felipe III y subida al trono de Felipe IV. Proceso contra Pedro Téllez Girón, que salpica a Quevedo. Se convierte en Señor de la Torre de Juan Abad, villa manchega sobre la que había heredado ciertas rentas y cuya jurisdicción vende ahora el Consejo de Castilla. Precisamente a esta villa había sido desterrado poco antes del cambio de reinado y de que comenzase el procedimiento legal contra el Duque. También conoce la cárcel en Uclés durante un breve período. Sufrirá un nuevo destierro en sus posesiones manchegas como consecuencia del proceso judicial contra su antiguo protector. En los Grandes anales de quince días relata la confusión de las jornadas inmediatas a la muerte de Felipe III.
1624. Viaja junto a la corte a Andalucía. En una de las etapas alberga a Felipe IV en su residencia de La Torre de Juan Abad. El 25 de septiembre muere en prisión el duque de Osuna.
1626. Acompañando de nuevo a la corte, se desplaza a Aragón a principios de año. Unos meses más tarde, aparecen impresas sin autorización en Zaragoza dos obras suyas: Política de Dios y El Buscón.
1628. Nuevo destierro en sus posesiones de La Torre de Juan Abad como consecuencia de su defensa del patronato único de Santiago Apóstol.
1629. Escribe anónimamente El chitón de las tarabillas , en apoyo de la política del conde-duque de Olivares, a quien elogia asimismo en otros escritos.
1631. Tras alguna denuncia ante la Inquisición, y la proliferación de ediciones piratas, publica Juguetes de la niñez , obra en la que se recogen, junto a otros nuevos, textos anteriores de carácter burlesco y satírico que aparecen ahora revisados y censurados. También se publican ahora las ediciones de las obras poéticas de Fray Luis de León, con dedicatoria a Olivares (redactada en 1629), y Francisco de la Torre.
1632. Antonio Juan Luis de la Cerda, duque de Medinaceli, con quien pocos años antes había iniciado una amistad que marcará la última etapa de la vida del escritor, le representa en las capitulaciones matrimoniales con Esperanza Mendoza, señora de Cetina. Contraerán matrimonio en 1634, pero se separarán pocos meses más tarde. Recibe el nombramiento de Secretario del Rey.
1633. La hostilidad hacia el conde-duque de Olivares es ya evidente. Redacta en julio el acerbo memorial Execración contra los judíos , que es, además de la más rotunda muestra de su antisemitismo, un ataque frontal a la política del valido. Posiblemente comienza también ahora la escritura de La Hora de todos.
1634. Publica La cuna y la sepultura y la traducción de La introducción a la vida devota de Francisco de Sales. En esta época desarrolla una gran actividad literaria; de entre 1633 y 1635 datan obras como De los remedios de cualquier fortuna , el Epicteto , Virtud militante , Las cuatro fantasmas , la segunda parte de Política de Dios , la Visita y anatomía de la cabeza del cardenal Richelieu o la Carta a Luis XIII.
1635. Se publica el libelo contra Quevedo titulado Tribunal de la justa venganza.
1639. El 7 de diciembre es detenido en casa del duque de Medinaceli y conducido al convento de San Marcos de León, donde permanecerá encarcelado hasta junio de 1643, cinco meses después de la caída de Olivares. En este tiempo escribe La Rebelión de Barcelona y Providencia de Dios.
1644. En noviembre, con su salud muy deteriorada, se retira a La Torre de Juan Abad. Publica el Marco Bruto y La caída para levantarse. Prepara en este tiempo la edición de su poesía, que aparecerá póstumamente por González de Salas en 1648.
1645. El 8 de septiembre muere en Villanueva de los Infantes, adonde se había desplazado a principios de este año.
Estilo
La obra de Quevedo destaca por su originalidad, no sólo en los temas sino también en el uso de la lengua. Fue el máximo exponente del estilo conceptista.
Es de destacar en relación con su manejo de los recursos literarios el empleo de metáforas originales, bien con una finalidad embellecedora o degradante. También llama la atención el uso inusual que hace de los tipos de palabras. Así utiliza por ejemplo verbos con valor sustantivo y sentido diferente del original. Recurre también frecuentemente a los j uegos de palabras a través de la hip é rbole, la ant í tesis, paradojas y polisemias
Obra
Quevedo escribió mucha poesía y prosa y se caracterizó por los contrastes propios de la época. Su lenguaje es culto y popular y hace uso de un tono grave y burlesco. Pese a que fue famoso antes de su muerte - sus composiciones se transmitían en manuscritos - la publicación de sus obras se produjo con posterioridad.
Dentro de su obra destacan por una parte los temas graves y por otra la poesía como juego de ingenio:
La poesía grave:
Poemas metafísicos sobre el Sentido de la vida, la muerte o el paso del tiempo
Poemas morales que versan sobre el poder o la fortuna
Poemas amorosos en los que combina tópicos petrarquistas y su apasionamiento personal logrando así una expresividad increíble
La poesía como juego de ingenio
Poemas satíricos que destacan por la experimentación lingüística, su visión crítica de la sociedad y la perspectiva burlesca y disparatada
Los temas son de lo más variado y son en su mayoría sátiras sobre Góngora
Teatro Nacional del Siglo de Oro
Temática
El teatro nacional del siglo de Oro se caracteriza por su pluralidad temática. Los temas son por una parte extraídos de la épica medieval, de la historia universal y española, de la tradición pastoril, caballeresca y morisca, pero también de la literatura religiosa. Frecuentemente son temas del vivir diario, tanto de la actualidad política como social o religiosa.
Se transforman en acción teatral temas y problemas de la actualidad, algo que quedaba reservado hasta entonces a otros géneros.
Estructura
Hasta el siglo XVI no había ninguna normativa preestablecida en cuanto a la división en actos de la obra. Fueron los dramaturgos del siglo XVII, Lope de Vega a la cabeza, quienes decidieron la estructuración de cada obra teatral en tres actos o jornadas, lo que obedece a la estructuración interna del argumento:
1. Acto : Planteamiento
2. Acto: Nudo
3. Acto: desenlace
El primer acto solía comenzar "in medias res", es decir en medio del asunto. Con este hecho se pretendía captar la atención del oyente. Además era un elemento más que aseguraba el dinamismo de la obra.
Lenguaje
En el teatro del siglo de oro se empleaba el verso como forma de expresión teatral por excelencia. La polimetría, que busca la adecuación entre verso y contenido se convierte en norma.
Cabe resaltar además que el lenguaje de la "comedia" buscaba la belleza poética de la palabra y la eficacia dramática unidas. Es decir, quería divertir gustando.
Unidades Dramáticas
Los dramaturgos del siglo XVII rechazan mantener la unidad del tiempo y de lugar. Se producen constantes cambios de escenario y hay numerosos saltos en el tiempo. Sin embargo, sí respetan la unidad de acción.
Lo trágico y lo cómico
Se suprime la frontera entre lo trágico y lo cómico, lo grave y lo cómico se hermanan con el fin de producir una gran variedad y el alivio de tensiones. Esto coincide con la preocupación por imitar la naturaleza humana. Por este motivo el tema suele ser trágico y cómico a la vez. El personaje que más contribuye a crear esta sensación es el gracioso.
Personajes
En el Teatro Nacional del Siglo de Oro se puede apreciar que había una tipología de personajes establecida: el gracioso, el rey, el galán, el poderoso, la dama, el caballero, la criada, el villano, el gracioso.
El honor
REY CLERO Y NOBLEZA CABALLEROS HIDALGOS LETRADOS CLASE MEDIA OBREROS Y ARTESANOS LABRADORES RICOS LABRADORES POBRES PíCAROS, MENDIGOS, VAGABUNDOS
La honra corresponde al honor vertical. Es el honor estamental o de clase, fundamentado en la opinión. El honor es el honor horizontal, basado en la igualdad humana. Todos son iguales y la virtud, la conducta y la dignidad personal no dependen de la nobleza pero sí de la limpieza de sangre.
Historia del Teatro Español hasta el Siglo de Oro

Entre el siglo XII y XV el teatro era casi puramente un teatro religioso e improvisado. A finales del siglo XV, bajo el reinado de los Reyes Católicos, aparece una generación de dramaturgos que forman el teatro real. Cran una forma dramática para dar expresión a sus inquietudes y preocupaciones y persiguen una finalidad estética. Destaca Juan del Encina (1468-1529), "Patriarca del Teatro Español", como uno de los dramaturgos más conocidos de entonces. Su obra se reduce a una serie de églogas (=composiciones amorosas entre pastores y en verso).
Otro autor importante de entonces es Fernando de Rojas, quien obtuvo un éxito fulminante con LA CELESTINA. ésta se publicó por primera vez en 1499 como la Comedia de Calisto y Melibea. En 1502 apareció la segunda versión ampliada de la obra que pasaba de constar de 16 a 21 actos y se titulaba TRAGICOMEDIA DE CALISTO Y MELIBEA. Dentro del teatro español esta obra es una obra maestra pero aislada y ya el autor afirma en el prólogo el carácter de lectura dramática de la tragicomedia. Durante el siglo XVI y XVII no se puso en duda el carácter dramático de la obra, pero desde el siglo XVIII se pone en duda su carácter dramático por su gran extensión, su ritmo lento y por tanto su irrepresentabilidad. Es por tanto la Celestina una obra maestra pero aislada.
En el siglo XVI Bartolomé de Torres Naharro, que convivió en Italia con la vida teatral y el estilo dramático italiano, introduce en España las teorías del Renacimiento Italiano. En su teoría dramática destaca la voluntad de sobrepasar los conceptos clásicos. En lugar de aceptar la tradición sin más, la acomoda a sus propias ideas y proclama la libertad creadora del autor.
Lope de Rueda vivió hacia el año 1545. Escribía y vivía del teatro y tenía una compañía teatral, de las primeras de actores profesionales en España. Con ella recorría la geografía española con su teatro ambulante y triunfaba en pueblos y ciudades. La intención principal de este autor era divertir con un gran repertorio de obras. él no buscaba la perfección e improvisaba con frecuencia. Los temas eran predominantemente de la vid
Teatro Nacional del Siglo de Oro
pluralidad temática (temas de la épica medieval, historia universal y española, de la tradición pastoril, caballeresca y morisca, literatura religiosa, temas del vivir diario, actualidad política, social y religiosa Consta de tres actos que coinciden cada uno con la estructuración interna de la acción: planteamiento, desarrollo y desenlace / el primer acto solía comenzar "in medias res" Unidad de tiempo y de lugar no se mantiene; unidad de acción se respeta Busca la unión entre lo trágico (=grave) y lo cómico en busca la variedad y el alivio de tensiones (gracioso: elemento para conseguir este efecto) POLIMETRÍA: variedad métrica acomodada a las circunstancias y los personajes

Lope de Vega (1562 - 1635)
Lope Félix de Vega y Carpio nació en Madrid en el año 1562. Fue niño precoz ya que desde la tierna infancia demostró facilidad para las letras, escribiendo tanto en español como en latín poesías, traducciones y primeras comedias. Estudió en el Colegio Imperial de los Jesuitas y posteriormente estudió en la Universidad e incluso se ordenó como sacerdote, influenciado por el Obispo de Ávila.
Vivió una vida de pasiones intensas, desde su enamoramiento a los diecisiete años, de Elena Osorio, hasta sus varios matrimonios, deslices y aventuras, y en intermedios se volcó al sacerdocio, pues profesaba a la vez una profunda fe religiosa.
Aunque de cuna humilde, su destreza literaria lo llevó a codearse con la nobleza de la época. Tuvo amistades cortesanas influyentes y perteneció a varias congregaciones religiosas, lo que le valió ingresos y su título de Fray que se suele anteponer a su nombre.
Falleció en Madrid en 1635 y sus restos depositados en la Iglesia de San Sebastián.
Lope de Vega destaca sobre todo como autor de teatro y es el verdadero creador del teatro nacional desarrollando el substrato, los intentos previos de dramaturgos anteriores.
Su producción dramática fue enorme y podemos decir que fue el autor más fecundo de la literatura española y, quizá, universal. Publicó unas 1800 comedias además de los autos; él mismo se refiere a 1500 obras. De ellas se han conservado 426 comedias y 42 autos, número que basta para justificar el título de "monstruo de la naturaleza" que le atribuyó Cervantes.
Esta gran cantidad de obras también determina la variedad de los temas tratados en las mismas. En Lope está todo: el mundo religioso con relatos del Antiguo y Nuevo Testamento, vidas de santos y leyendas o tradiciones devotas; los temas pastoriles y caballerescos, argumentos extraídos de novelas orientales, italianas y españolas; hechos y personajes famosos de la Edad Media europea; sucesos famosos de la antigüedad, leyendas locales. Destacan especialmente los asuntos sacados de las viejas crónicas españolas y del romancero.
Lo que más llama la atención en su obra es que Lope supo impregnar toda esta diversidad con la palabra y el espíritu de sus contemporáneos y, sin importarle demasiado ciertos anacronismos, vistió estos asuntos con elementos tomados de la realidad nacional inmediata. Esto es lo verdaderamente español del teatro de Lope y la fórmula con que se acercó a la sensibilidad del hombre de su tiempo en temas tan diversos.
La obra de Lope de Vega se podría clasificar según el siguiente esquema:
Comedias: o De historia y leyenda española o Históricas y novelescas de tema extranjero o Costumbristas o Pastoriles y mitológicas
Obras de tema religioso o Comedias o Autos

Vida de Tirso de Molina
Tirso de Molina, uno de los grandes dramaturgos del Siglo de Oro español, nace en 1584 y muere en el año 1648 en Almazán.
Fiel a Lope de Vega en su obra dramática, sólo se diferencia de él por el análisis más profundo de la psicología de sus protagonistas, fundamentalmente tipos femeninos que se caracterizan por una variedad y matización inusitada en el teatro español de la época.
Respecto a su vida se conocen pocos datos. Se ordenó en el convento mercedario de Guadalajara (1601) y entre 1614 y 1615 vivió en el monasterio de Estercuel. En 1616 viajó a Santo Domingo, de donde regresó dos años más tarde.
Una Junta de Reformación le condenó a destierro de la corte por escribir comedias profanas.
En 1626 estaba de nuevo en la corte y fue nombrado comendador del convento de Trujillo. Fue confinado en el convento de Cuenca por orden del P. Salmerón, visitador general, al parecer por las mismas causas que promovieron su destierro.
Es nombrado cronista de su orden en 1632 y fue comendador del convento de Soria en 1645 y definidor provincial de Castilla al año siguiente.
Es asombrosa su gran fecundidad como autor: dejó unas 300 comedias, que se imprimieron en cinco partes: Primera parte (Sevilla, 1627); Segunda parte (Madrid, 1635); Tercera parte (Tortosa, 1634); Cuarta parte (Madrid, 1635), y Quinta parte (Madrid, 1636).
Como dramaturgo religioso, escribió varios autos sacramentales ( El colmenero divino , No le arriendo la ganancia , El laberinto de Creta ), comedias bíblicas ( La mujer que manda en casa , sobre la historia de Acab y Jezabel; La mejor espigadera , sobre Ruth; La vida y muerte de Herodes ; La venganza de Tamar ) y comedias hagiográficas (la trilogía de La Santa Juana , La ninfa del cielo , La dama del Olivar ). Extrajo de las historias y leyendas nacionales argumentos de numerosas comedias: la trilogía de los Pizarro ( Todo es dar en una cosa , Amazonas en las Indias y La lealtad contra la envidia ); la historia de Martín Peláez ( El cobarde más valiente ), o la de María de Molina ( La prudencia en la mujer ). Entre las comedias de carácter destacan Marta la piadosa y El vergonzoso en palacio . Al grupo de comedias de intriga pertenecen La villana de Vallecas , Desde Toledo a Madrid , Por el sótano y el torno y Don Gil de las calzas verdes .
Se le atribuyen, aunque no se incluyeron en las Partes de sus comedias, dos obras de contenido filosófico de gran importancia: El burlador de Sevilla y convidado de piedra y El condenado por desconfiado. Su obra en prosa incluye una Historia de la orden de la Merced y dos obras misceláneas: Cigarrales de Toledo (1621) y Deleitar aprovechando (1635).

Pedro Calderón de la Barca (1600 - 1681)
Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid el 17 de enero de 1600 de familia hidalga. Se educó en el Colegio Imperial de los Jesuitas en Madrid, en el que se familiarizó con los poetas clásicos latinos. En 1614 se matricula en la Universidad de Alcalá y, el año siguiente, en Salamanca, donde estudió Cánones y Derecho hasta 1620.
Fue soldado en la juventud y sacerdote en la vejez, lo que era bastante habitual en la España de su tiempo. En sus años jóvenes su nombre aparece envuelto en varios incidentes violentos, como una acusación de homicidio y la violación de la clausura de un convento de monjas. De su vida militar existen pocas noticias, aunque consta que tomó parte en la campaña para sofocar la rebelión de Catalunya contra la Corona (1640).
Contrasta lo impulsivo y mundano de su juventud con lo reflexivo de su madurez. En 1642 pide su retiro como militar y entra al servicio del duque de Alba. Goza, desde entonces de un período de tranquilidad para la creación literaria. En 1651 recibe las órdenes sacerdotales y se traslada a Toledo como capellán de los Reyes Nuevos.
Vuelve en 1663 a Madrid por orden de Felipe IV que le nombra capellán de honor. Murió en Madrid el 25 de mayo de 1681.
Obra
Calderón escribe sobre todo comedias y autos sacramentales. Hacia 1623 estrena sus primeras comedias y pronto, Felipe IV le convierte en dramaturgo oficial de la corte. Sin embargo, su momento de mayor esplendor empieza a partir de 1642, cuando se retira del ejército y entra al servicio del duque de Alba. En esta época goza de un período de tranquilidad para dedicarse a la creación literaria. Para las fiestas de palacio compone numerosas obras.
En el estilo de sus comedias se pueden apreciar dos tendencias: una que sigue más de cerca el teatro realista, nacional y costumbrista de Lope y su escuela, representada por las "comedias de capa y espada"; y otra, diferenciada del estilo anterior, más personal. Esta tendencia incluye las comedias más poéticas y simbólicas, con intensificación de los valores líricos y del contenido ideológico. En esta segunda línea los personajes adquieren mayor esquematización y dimensiones de símbolos universales.
Sus principales comedias se pueden clasificar en: - Comedias de historia y leyenda española: El Alcalde de Zalamea - Comedias de honor y de celos: El médico de su honra - Comedias de capa y espada: La dama duende - Comedias filosóficas: La vida es sueño - Comedias fantásticas y mitológicas: La hija del aire
Técnica y Personajes
Las aportaciones de Calderón lo diferencian, aún sin renunciar a ninguna de las innovaciones de Lope, claramente frente a este último en todos los campos - contenido, técnica arquitectónica, tratamiento de los personajes: En Calderón la novela adquiere un mayor rigor constructivo y profundidad conceptual; mediante la estilización, la tendencia al simbolismo y la jerarquización de los personajes, consigue creaciones de valor universal como Pedro Crespo o Segismundo.
En todas las obras los elementos confluyen hacia un eje central, representado por un motivo único y un personaje que destaca fuertemente sobre los demás. La obra se despoja de lo secundario y, cuando aparece una plural intriga dramática, está jerarquizada de tal modo que no rompe en nada la unidad que impone el eje central mencionado.
La profundidad conceptual se advierte especialmente por la preferencia de determinados temas filosóficos y religiosos. En cuanto a los personajes también se advierten diferencias entre Calderón y Lope. Mientras que Lope pone el acento sobre el asunto y la trama sin que haya un héroe que prevalezca sobre los demás personajes, en Calderón ocurre lo contrario: la jerarquización de la construcción arquitectónica hace que el énfasis se ponga en un héroe predominante: el tipo universal del teatro de Calderón. En cualquier caso, el que dichos héroes se conviertan en símbolos, no obsta a que en la obra tengan vida individualizada y caracteres humanos.
El estilo barroco de Calderón
En Calderón confluyen muchos estilos barrocos porque crea cuando todas las tendencias barrocas han llegado a su pleno desarrollo. En él confluyen gongorismo y conceptismo y hace uso de innumerables figuras: correlaciones y paralelismos, contrastes, cuantiosas hipérboles en el lenguaje y en la conformación de los personajes, comparaciones.
Sus personajes también muestran su barroquismo: dotados de ilimitada violencia, rasgos desmesurados, trazos muy marcados y se contraponen entre ellos.
Los autos sacramentales
La importancia de Calderón en el desarrollo de este género es de tal magnitud que su nombre va asociado a este género como algo inseparable. Los autos sacramentales son representaciones dramáticas en un solo ato, de carácter alegórico y referidas a la Eucaristía, que se representaban en la festividad del Corpus.
En los autos sacramentales, Calderón dramatiza conceptos abstractos de la teología católica convirtiéndolos en personajes, por lo que al público le resultan reales. Aparecen en escena Dios, la Discreción, la Hermosura y otros entes abstractos. Escribió unos ochenta, y los más conocidos son El gran teatro del mundo (1636) y el Auto de la vida es sueño (1670).
Estos autos aparte de tener un gran valor literario cumplían la función de transmitir la teología al gran público. En ellos se resumen todas las verdades esenciales del dogma y pensamiento católico.

1 comentario:

GarciaH dijo...

profe soi Francisco Garcia
le podria pedir un favor?
podría poner mas ordenado el texto?
que no lo entiendo bien
gracias