jueves, 31 de julio de 2008

Siglo XX: La Generación del 98

Siglo XX: La Generación del 98
El Modernismo fue una tendencia estética que llegó a España de la mano de su cabeza representativa, Rubén Darío. Busca la expresión de una nueva sensibilidad con un nuevo lenguaje, rechazando el prosaísmo y la retórica de la literatura anterior.
La Generación del 98 - está formada por un grupo de escritores que, nacidos entre 1864 y 1875, tienen una formación intelectual bastante semejante, un estilo con aspectos comunes que rompe con la literatura anterior, un acontecimiento que los aglutina: el desastre de 1898, y un guía espiritual reconocido por todos, Miguel de Unamuno
Autores - En los escritores del 98 predomina la prosa - la mayoría escribieron ensayos -, los únicos poetas fueron Unamuno y Antonio Machado. Fueron inconformistas e individualistas. El escepticismo, el pesimismo y la angustia personal se manifestaron en algunos de ellos. Sus preferencias filosófico-literarias se orientaron hacia los filósofos europeos Nietzsche, Schopenhauer, Kierkegaard; al escritor romántico norteamericano E.Allan Poe y al dramaturgo noruego Ibsen.
Pío Baroja nació en San Sebastián y vivió, durante casi toda su vida, en Madrid. Allí estudió Medicina y se doctoró con una tesis sobre El dolor. Su ejercicio como médico fue breve, en Cestona. Vuelve a Madrid donde entra en contacto con escritores como Azorín, Maeztu,. que le llevan a entregarse a la literatura, su gran vocación.
Publica sus primeros libros en 1900 tras una serie de colaboraciones en diarios y revistas. Sigue una etapa de intensa labor que conjuga con viajes por España y Europa. En 1911 publica El árbol de la ciencia. Hasta entonces había publicado ya, además de cuentos, artículos y ensayos, diecisiete novelas que constituyen lo más importante de su producción. Su fama se consolida y su vida se consagra a escribir volviéndose cada vez más sedentaria. En 1935 ingresa en la Real Academia. Durante la Guerra Civil pasa a Francia, pero en 1940 se instala de nuevo en Madrid. Muere en 1955.
Fue un solitario; él mismo (en Juventud, egolatría) se incluye entre quienes están, en cierto modo, "enfermos" por tener más sensibilidad de la necesaria. Más adelante insiste en esto desde otro ángulo: sabido es que su timidez y su espíritu de independencia, más aún que su misoginia, le hicieron rechazar el matrimonio, a la vez que fustigaba el recurso a la prostitución. Optó por una autorepresión a la que él mismo atribuye un "desequilibrio" y un talante de "hombre rabioso". Todo esto se plasma en un radical pesimismo sobre el hombre y el mundo: "la vida es esto, crueldad, ingratitud, inconsciencia, desdén de la fuerza por la debilidad", para él el hombre era egoísta, cruel y brutal. Y sin embargo, Baroja escondía otra cara más oculta, la de un hombre compasivo y tierno con los desvalidos y marginados, un sentimental necesitado de cariño, hipersensible ante el dolor y la injusticia que sentía una inmensa ternura por los seres desvalidos o marginados. Así se observa continuamente en su obra. Le caracteriza además una absoluta sinceridad: Baroja no quiere engañar ni engañarse (ya hemos visto cómo habla de sí mismo). Tal fue el código moral que aplicó hasta la exasperación, de ahí la fama de hosco y de individualista intratable que tuvo entre quienes no supieron ver el fondo desolado de su alma.
La ideología de Baroja hay que considerarla de forma inseparable de su temperamento. Las ideas sobre el hombre y el mundo que se desprenden de sus obras se inscriben a la perfección en la línea del pesimismo existencial. Es característico de Baroja su radical escepticismo religioso, social, económico. y llegaría a decir: "No existe verdad política y social. La misma verdad científica, matemática, está en entredicho, y si la Geometría puede tambalearse sobre las bases sólidas de Euclides, ¿qué no les podrá pasar a los dogmas éticos de la sociedad?". Son palabras reveladoras del desvalimiento espiritual propio de la crisis de principios de siglo. Para Baroja el mundo carece de sentido, la vida le parece absurda y no alberga ninguna confianza en el hombre. Esta concepción hunde sus raíces en Schopenhauer, el filósofo más leído y admirado por Baroja, y se refleja en sus obras y personajes.
Su ideología política está marcada por el mismo escepticismo. Pese a sus contactos juveniles con el anarquismo, lo que realmente le atraía del mismo era la rebeldía, el impulso demoledor de la sociedad establecida. Rechazaba el comunismo, el socialismo y la democracia y pronto se encerró en un radical escepticismo y llegó a proclamarse partidario de una dictadura inteligente. En medio de estas ideas tan contradictorias, quizá la definición más apropiada sería la de "liberal radical". Volvemos a su individualismo y a su nula confianza en un mundo mejor. De su sedicente anarquismo sólo queda la postura iconoclasta. De ahí que sus personajes preferidos sean los inconformistas.
Pío Baroja afirmaba que la novela era una especie de cajón de sastre en el que todo cabía; que no era necesario un planteamiento previo, sino que lo más importante era la naturalidad conseguida mediante la espontaneidad a la hora de escribir. Esta es la impresión superficial que producen muchas de sus novelas: episodios y acontecimientos puestos unos detrás de otros, anécdotas, divagaciones y digresiones, multitud de personajes ocasionales,. En realidad, no era tan espontáneo como él afirmaba; sí se preocupaba de la construcción narrativa y, en general sus novelas tienen una sutil línea estructural, de características muy sui generis.
La técnica narrativa de Baroja es sobre todo realista, basada en la observación de ambientes, situaciones y personajes de la vida real, pero vistos a través del particular subjetivismo del autor, lo que confiere a su obra un carácter impresionista.
En cuanto a los personajes, los protagonistas, sobria pero certeramente delineados, suelen ser seres marginales o enfrentados a la sociedad, a veces, cargados de frustración y otras lanzados a la acción. Como ya hemos dicho, las novelas de Baroja están pobladas por multitud de personajes secundarios, apenas caracterizados, que entran y salen sin previo aviso, pero que aportan con su presencia la misma impresión de variedad que se encuentra en la vida.
Se le ha criticado su estilo, a veces desaliñado o descuidado e incluso incorrecto. La verdad es que posee - con algún altibajo no significativo - una prosa clara, sencilla y espontánea, antirretórica, como era el ideal de todos los miembros de su generación, con abundancia de frases cortas y muy expresivas. Hay que destacar las descripciones líricas con las que Baroja, frecuentemente, remata largos pasajes narrativos y en las que condensa brevemente el ambiente y la impresión de lo narrado.
Pío Baroja fue el más importante novelista contemporáneo por sus extraordinarias dotes de narrador. Su influencia posterior ha sido enorme y los novelistas de la posguerra siempre le reconocieron como su maestro. Fue un escritor fecundísimo. Sus novelas son más de sesenta. Él mismo agrupó muchas de sus novelas en trilogías (34), pero estas clasificaciones, con alguna excepción, frecuentemente carecen de relación entre las obras que las integran. Hay que destacar las distintas trilogías:
- Tierra Vasca formada por La casa de Aizgorri(1900), el Mayorazgo de Labraz (1903)y Zalacaín el aventurero(1909) Esta última es un ejemplo de la novel de acción de Baroja. Narra, animada y ágilmente, la vida del vasco Martín Zalacaín: su infancia y aprendizaje para la vida, las trepidantes aventuras de contrabandista, su antagonismo con Carlos Ohando, el amor y la muerte trágica, todavía joven, y el halo de héroe popular creado en torno suyo.
- La lucha por la vida: La busca (1904), Mala hierba (1904) y Aurora Roja (1905). La primera es para muchos la obras más intensa del autor: Cuenta la historia de un muchacho, Manuel, que, venido de un pueblo a Madrid, va pasando por diversos ambientes y oficios hasta terminar en los suburbios de la ciudad, entre mendigos, golfos y vagos, al borde de la delincuencia. Baroja, con intención social testimonial, pinta descarnada y sombríamente, las clases medias bajas y, particularmente, los estratos más miserables de la sociedad madrileña de finales y comienzos de siglo: cuadros de ambiente, tipos de toda calaña - pícaros, prostitutas, criminales, proletarios - , la mendicidad y la miseria; y en medio, Manuel, que por su falta de voluntad y por la total desorganización social, se va degradando cada vez más, aunque no definitivamente, en la difícil lucha por la vida.
- La raza: A ella pertenece El árbol de la ciencia, La dama errante y La ciudad de la niebla.
El árbol de la ciencia es una novela típicamente noventayochista, en cuanto que refleja la crisis existencialista vital del inadaptado protagonista, Andrés Hurtado, sus disquisiciones pesimistas, las dolorosas experiencias que le conducen al suicidio, le dan pie a Baroja para realizar una feroz crítica de la sociedad española de su tiempo. En esta novela hay abundantes aspectos de la vida del propio Baroja.
Además escribió cuentos, novelas cortas, libros de viajes, biografías, ensayos, ... Resultan también destacables sus Memorias, tituladas Desde la última vuelta del camino, siete volúmenes que constituyen un importante testimonio de la personalidad del autor y un excepcional panorama de toda una época.
Ruben Darío fue la figura más representativa del Modernismo, vivió intensamente los cuarenta y nueve años de su existencia. Viajó por casi toda Hispanoamérica, estuvo varias veces en España, donde entabló una fecunda amistad con los grandes del momento - Machado, Unamuno, J.R. Jiménez,... -, residió en París ... Conectó en fecha muy temprana con las nuevas corrientes poéticas y con la literatura francesa.
Su personalidad fue difícil y compleja: apasionado, errabundo y bohemio, vitalista e idealista, entregado con fruición a las mujeres y al alcohol, religioso y pagano, con arrebatos de euforia y con caídas en profundas depresiones. Pero también fue un hombre bueno, amigo de sus amigos, generoso y entrañable
La poesía de Rubén Darío aglutina perfectamente todas las características del Modernismo. En lo formal, el cromatismo, la sonoridad y el ritmo. En los temas, lo exótico, lo mitológico y también su mundo interior arrebatado o desgarrado. Poesía que llama la atención por la versatilidad: frívola e intrascendente, sensual, patriótica, grave y angustiada. Siempre buscó la belleza por medio de la palabra; para él estaba claro la supremacía del Arte por encima de todos los intereses humanos.
El primer libro importante fue Azul (1888, segunda edición ampliada en 1890). Significa en su obra el momento de búsqueda, la influencia francesa de Víctor Hugo y los parnasianos, el preciosismo.
Prosas profanas (1896) es la culminación del Modernismo más exuberante y rotundo. Hay que destacar en este libro la sensualidad y el erotismo y el inicio de poemas sobre motivos españoles.
Cantos de vida y esperanza (1905) es su obra más importante. Aparece una ampliación temática, desde su propia intimidad a la comunicación con los demás. El tono se ha profundizado y, en muchos poemas, se aprecia una mayor sencillez de expresión. Hay que destacar una serie de impresionantes poemas en los que expresa su propia amargura, angustia y temor. La preocupación política la defensa del mundo hispánico en contra de la colonización anglosajona, especialmente norteamericana, es otro aspecto digno de señalar.
El cantor musical de cisnes, princesas y fiestas galantes es, en este momento, el creador del estremecedor poema "Lo fatal".
Otros libros importantes son: El canto errante (1907) y Poema de Otoño y otros poemas (1910).
Miguel de Unamuno es una de las personalidades más destacadas de la literatura española del siglo XX. Nació en Bilbao en 1864 y vivió la guerra carlista. En Madrid cursa la carrera de Filosofía y Letras y después de varios fracasos, ganó en 1891 la cátedra de Griego en la Universidad de Salamanca, donde vivó casi toda su vida. En 1901 sería elegido rector de esa Universidad.
Tuvo una amplísima cultura antigua y moderna, filológica, literaria y filosófica. Fue un gran crítico de los distintos regímenes políticos en los que vivó y como consecuencia de su oposición a la dictadura del general Primo de Rivera fue desterrado (1924 - 1930) y se marchó primero a Fuerteventura y luego a Francia. Tras la caída del general vuelve triunfalmente a España y fue diputado durante la República. Ante las fuerzas de Franco su actitud inicial fue cambiante. Sin embargo su postura definitiva ante las fuerzas de Franco (con la famosa frase: "Vencereis pero no convencereis") le valió ser destituido y confinado en su domicilio, donde murió el último día de 1936.
Unamuno fue siempre un hombre inquieto y rebelde, paradójico y contradictorio, ferozmente individualista, siempre rindiendo culto a su propia personalidad. Luchador contra todo, en guerra consigo mismo, en continua tensión, no encontró nunca la paz, acosado de dudas religiosas y existenciales. Su vida estaba presidida por una intensa actividad intelectual, de incesante lucha consigo mismo.
En cuanto a su ideología, Unamuno fue militante del PSOE y manifestaba ideas socialistas en su juventud. Sin embargo con el paso del tiempo va perdiendo la fe y abandona su militancia política.
Unamuno cultivó todos los géneros - teatro, poesía, ensayos, prosa - todos ellos presididos por dos ejes temáticos recurrentes: España y el sentido de la vida humana. Se le ha considerado como uno de los primeros escritores existencialistas modernos.
Reflexionó sobre el pasado de España, su literatura y su historia y sobre su presente, sus males y la necesidad de una renovación espiritual, de nuevos ideales de vida para vencer la pereza y atonía españolas. En su recorrido por toda España retrata sus pueblos y tierras, su paisaje y paisanaje y dedica una atención especial a Castilla. Amó a España y se sintió español ante todo. "Me duele España" - decía Unamuno -; "¡soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo".
La preocupación por España queda patente en muchas obras: En torno al casticismo (1895) donde plantea la idea de la intrahistoria. En Vida de don Quijote y Sancho (1905) expresa su interpretación de la novela cervantina como expresión del alma española. Y acabó por sustituir el anhelo de europeizar a España por la pretensión de españolizar a Europa. La preocupación por España también se refleja en otras obras: Por tierras de Portugal y España (1911), Andanzas y visiones españolas (1922), .
Unamuno está preocupado por el hombre de carne y hueso, con sus angustias y problemas, con el sentido trágico de su existencia. Plantea el pavoroso problema de la personalidad humana; si uno es lo que es y seguirá siendo lo que es; la tensión entre el ser o la nada. En definitiva, el problema de Dios y de la inmortalidad, el saber si moriremos del todo o no.
Unamuno tiene un estilo que refleja con gran perfección los rasgos de su personalidad. Es sobrio y al mismo tiempo vivo y expresivo, despegado de viejas retóricas. Propone un estilo desnudo, frente a los estilistas que lo visten de galas. Pone en circulación muchos términos populares. Él mismo escribió que "quería sacara a ras de lengua escrita voces de la lengua corrientemente hablada, desentoñar y desentrañar palabras que chorrean vida según corres frescas y rozagantes de voca en oído y de oído en boca de los buenos lugareños de Castilla y León".
Juega con el idioma, inventa términos nuevos, desentierra el primitivo significado etimológico de las palabras. Además busca la densidad de ideas, la intensidad emotiva, la exactitud de sus descripciones, no la elegancia. Su lucha interna se aprecia en su gusto por paradojas, antítesis, exclamaciones.
Practicó todos los géneros. Sus cualidades como poeta fueron infravaloradas durante mucho tiempo, aunque en la actualidad se le tiene por uno de los grandes líricos del siglo XX. Es una poesía que se caracteriza por su gran riqueza de pensamiento; los principales libros son: Poesías (1907), Rosario de sonetos líricos (1911), El Cristo de Velásquez (1920), Romancero del destierro (1928) y el Cancionero póstumo, Diario poético que fue publicado en 1953 y recoge poesías escritas entre 1928 y 1936.
También es autor de importantes novelas. Figura Unamuno entre los más decididos renovadores de la novela a principios de siglo que a él le servía como cauce adecuado para la expresión de los conflictos existenciales. Su primera novela fue Paz en la guerra (1897) , una novela histórica sobre la última guerra carlista. Con Niebla (1914) inicia lo que él denominó nivolas: frente a la novela tradicional presenta nuestro autor el enfrentamiento de las almas, de las pasiones humanas, sin paisajes, ambientes ni costumbres. Niebla plantea el problema de la existencia y la personalidad. El protagonista, Augusto Pérez, se rebela contra el propio Unamuno, porque se da cuenta de que no es más que un ser de ficción, manejado al capricho del autor, y le recuerda que también él, Unamuno, como ser humano, depende del capricho de Dios.En 1917 publicaría Abel Sánchez y en 1921 La tía Tula . Su obra maestra llegaría en 1931, San Manuel bueno mártir. Esta es la dramática historia del párroco de una aldea perdida que, entregado ejemplarmente a su pueblo y manifestándose como un santo, oculta el tremendo desgarro interior de la duda en la otra vida.
Escribió también numerosos libros de ensayo: En torno al casticismo (1902), Vida de Don Quijote y Sancho (1905), Por tierras de Portugal y España (1911), Andanzas y visiones españolas (1922), Del Sentimiento trágico de la vida (1922).
Las obras dramáticas más importantes: Fedra (1910), El otro (1926) y El hermano Juan (1934). Son el intento de un teatro de ideas que resulta excesivamente esquemático y falto de acción dramática.
Azorín, cuyo verdadero nombre era José Martínez Ruiz, ha sido uno de los más grandes escritores españoles del siglo XX. Nace en 1873 en Monóvar, Alicante, y muere en 1967 en Madrid.
Estudió bachillerato en el Colegio de Escolapios de Yecla, Murcia, que ha recreado literariamente en "Las confesiones de un pequeño filósofo". Posteriormente estudia en las universidades de Valencia y Madrid, aunque sin entregarse de lleno a los estudios universitarios.
En 1896 se establece en Madrid donde colaboró en periódicos y revistas, fue crítico y traductor. Sus primeros años de vida literaria estuvieron marcados por el esfuerzo, la lucha contra la desatención y, en ocasiones, la hostilidad. Colaboró en periódicos republicanos - El País, El Progreso -, en otros de más importancia y difusión - El Imparcial. Luego, durante muchos años, en ABC y en revistas - Revista Nueva, Juventud, Arte Jo ven, Alma Española y España -, en el Diario de la Marina de La Habana y otras publicaciones hispanoamericanas.
Su vida fue tranquila y metódica. Protagonizó ligeras incursiones en la política y fue varias veces diputado entre 1907 y 1919 y, brevemente, subsecretario de Instrucción Pública. Durante algún tiempo fue partidario de La Cierva, a quien defendió en la prensa y sobre quien compuso un folleto y un libro.
Destacó también por ser un viajero extraordinario por España; en cambio, viajó muy poco al extranjero; durante la primera Guerra Mundial estuvo en Francia y luego, desde 1936 residió en París. En 1924 fue elegido por la Real Academia Española pero posteriormente dejó de asistir a sus sesiones.
En los últimos años vivió muy recluido en sus lecturas y paseos solitarios, animados por una tardía y vivísima afición al cine, del que se convirtió en incansable espectador y comentador. Azorín fue hombre silencioso, alto, algo grueso en sus años jóvenes, delgado y erguido en su ancianidad, de gran timidez y cortesía, lleno de bondad y mesura, a veces con una inocente ironía. Casado con Julia Guinda, ésta lo acompañó inseparablemente a lo largo de tantos años de meditación y labor.
Azorín es una de las principales figuras de la generación del 98, de su núcleo más estricto: junto con Baroja y Maeztu fue uno de "Los Tres". En 1893 publicó ya un folleto, La crítica literaria en España, con el seudónimo de "Cándido"; en 1894, con el seudónimo "Ahrimán", su primer libro: "Buscapiés". Se trata de escritos anteriores a su figura madura de escritor, que se inicia en 1900 con "El alma castellana" y en 1901 con la tragicomedia "La fuerza del amor"; dos obras en que se inicia en el arte de revivir los clásicos españoles, una de las dimensiones esenciales de la obra de Azorín.
Poco después surge el otro gran tema: la realidad de España, en su paisaje, en sus ciudades, en sus personajes de hoy. Antonio Azorín es el protagonista de "La voluntad" (1902) y "Antonio Azorín" (1903). En "Las confesiones de un pequeño filósofo" aparece el mundo de su infancia; en "Los pueblos", el dolor y la ternura de la tierra española. Ya es Azorín quien firma, identificado con su personaje, desde 1904. Durante veinte años va escribiendo algunos de los libros más entrañables de la literatura española: "La ruta de Don Quijote", "España", "Lecturas españolas", "Castilla", "Clásicos y modernos", "Los valores literarios", "Al margen de los clásicos", "El licenciado Vidriera", "Rivas y Larra", "Un pueblecito: Riofrío de Ávila", "El paisaje de España visto por los españoles", "Fantasías y devaneos", "Los dos Luises y otros ensayos", "Don Juan", "De Granada a Castelar", "Una hora de España" y "Doña Inés".
A partir de 1925 se inicia una crisis en la obra de Azorín. En el decenio siguiente publica una serie de "nuevas obras" definidas por la tendencia del momento, lo que Ortega denominó la "deshumanización del arte": "Félix Vargas", posteriormente titulado "El caballero inactual", "Blanco en azul", "Superrealismo". También cultiva el teatro: "Old Spain", "Brandy, mucho brandy", "Comedia del Arte", "El clamor", "Angelita", "Cervantes o la casa encantada" y "La guerrilla". Este período, de cierta vacilación, termina con la Guerra Civil.
Después de la Guerra Civil, Azorín se aproxima de nuevo a su estilo tradicional, sin dejar de buscar e innovar, con una tendencia creciente a la tenuidad narrativa y de la expresión. Entre sus mejores libros de los últimos veinte años se cuentan: "Españoles en París, Valencia, Madrid", "El escritor", "Cavilar y contar", "El enfermo", "María Fontán", "Salvadora de Olbena", "París", "Memorias inmemoriales", "Con permiso de los cervantistas", "Con Cervantes", "Con bandera de Francia", "El cine y el momento", "Pasos quedos", "Agenda", "Ejercicios de castellano". Por otra parte, se han publicado numerosos volúmenes de su labor de articulista, una edición de "Obras selectas" y unas "Obras completas".
Ramiro de Maeztu, Escritor e ideólogo español, nacido en Vitoria el 4 de mayo de 1875 y asesinado el 29 de octubre de 1936 en Aravaca, de madrugada, tras una saca de la madrileña cárcel de las Ventas, donde la República le mantenía detenido desde el 30 de julio de 1936.
Fue hijo de padre vasco y madre inglesa, factor que explica su entusiasmo por las instituciones británicas y su dominio del inglés así como su carácter de agudo observador de la realidad española, que estaba motivado también por la ruina familiar al hundirse los negocios en Cuba. En Inglaterra vivió 15 años y estuvo casado con una inglesa.
Hizo sus primeras armas periodísticas en Bilbao, a los 18 años. Posteriormente, entregado de lleno al periodismo, lo cultivó en Madrid y el extranjero. Fue corresponsal en Londres de La Correspondencia de España, Nuevo Mundo y Heraldo de Madrid, y corresponsal de guerra en Italia (1914-15). Fruto de su formación en la cultura político-económica sajona fue su obra en inglés "Authority, Liberty and Function in the Light of the War" (1916), que luego (1918) se convertiría en "La crisis del Humanismo".
Su postura intelectual le sitúa en la «generación del 98», que, nacida a raíz del desastre colonial de 1898, emprendió la tarea de buscar remedio a la decadencia española. Sin embargo, al igual que otros autores de la generación del 98 y por un largo y complejo proceso que tiene mucho de conversión espiritual, acabó repudiando a su generación, antitradicional y europeizante, rectificó su liberalismo anticristiano y afirmó rotundamente los que él definió como valores eternos de la raza.
El gobierno del general Primo de Rivera le nombró en 1928 embajador de España en Argentina. Allí tuvo ocasión de tratar con Zacarías de Vizcarra, el introductor en 1926 de la idea de la «hispanidad», de la que se ha dicho que Maeztu fue apostol.
En enero de 1931 propuso llamar Hispanidad a la revista que planeaba junto con Eugenio Vegas Latapie y el Marqués de Quintanar, en los días previos a la proclamación de la República del 14 de abril. Aunque esa revista se acabó llamando Acción Española, se abrió con su artículo La Hispanidad (15 diciembre 1931), primero de los que allí fue publicando a lo largo de 1932 y 1933, recopilados luego en su famoso libro Defensa de la Hispanidad (1934), la obra que le hizo más conocido y que influyó de manera determinante en la consolidación de una alternativa política hispánica frente a las pretensiones globalizadoras del comunismo soviético, en un proceso que, tras el fallido golpe de estado revolucionario contra la República burguesa de octubre de 1934, desembocó en el alzamiento militar de julio de 1936. Maeztu escribió también la presentación de la revista, que se publicó sin firma, y mereció el Premio Luca de Tena otorgado por el diario monárquico ABC. Desde el número 28 de Acción Española figuró Ramiro de Maeztu formalmente como su director, y lo fue hasta el último número, el de junio de 1936.
En abril de 1934 los artículos que hasta entonces había ido publicando en Acción Española sobre la Hispanidad, y que le habían permitido ir analizando y precisando tal idea, sirvieron para formar un libro, que sirvió para consolidar definitivamente el término propuesto por Zacarías de Vizcarra, y que se convertiría en la obra más influyente y conocida de Ramiro de Maeztu: Defensa de la Hispanidad, alegato en pro de la civilización hispánica y católica, en el que a los principios revolucionarios de «Libertad, Igualdad y Fraternidad» contrapone los de «Servicio, Jerarquía y Humanidad».
Vizcarra había propuesto en 1926, en Buenos Aires, el término Hispanidad para sustituir al de Raza, en el sentido que se le daba entre nosotros al hablar de Fiesta de la Raza; Maeztu desde 1931 se había convertido en el principal propagador de la nueva palabra, había desarrollado su significado en los artículos publicados a lo largo de 1932 y 1933 y acababa de aparecer en 1934 su libro en Defensa de la idea.
Cuando el doce de octubre de ese mismo año la Hispanidad iba a contar con una Apología de lujo por el Arzobispo de Toledo y Primado de España, Isidro Gomá, en la celebración oficial argentina del Día de la Raza ante las autoridades reunidas en el Teatro Colón de Buenos Aires esto provoca una enorme alegría en Maeztu que, al enterarse por la radio en Madrid del reconocimiento recibido al otro lado del Atlántico, corrió emocionado a contarle la buena nueva a Eugenio Vegas Latapie, más preocupado por los sucesos del momento: ese mismo día 13 de octubre de 1934, los cientos de golpistas asturianos contra el orden establecido, que querían consolidar a toda prisa su Revolución (bolchevique o anarquista) contra la República burguesa, lograron destruir el edificio de la Universidad de Oviedo, sus aulas e instalaciones, y reducir a cenizas sus archivos y la Biblioteca, eliminando así por fin una de las principales instituciones contrarrevolucionarias, instrumento odioso de la perpetuación ideológica de la burguesía oligarca y feudal, enemiga del pueblo.
El antiguo anarquista terminó militando en el grupo derechista de Renovación Española, desde el que se distinguió por su oposición al régimen republicano. Murió fusilado en los inicios de la Guerra Civil (29 octubre 1936
En Sevilla nace en 1875 Antonio Machado y Ruiz, hijo de un estimable folclorista. En 1883 se traslada la familia a Madrid y Antonio, como sus otros hermanos, estudia en la Institución Libre de Enseñanza. Continúa el Bachillerato en los Institutos de San Isidro y Cisneros (aunque no lo terminaría hasta los 25 años). Al morir su padre en 1893 y su abuelo en 1895 sobrevienen dificultades económicas y Antonio empieza un trabajo como actor teatral. En 1899 se traslada - con su hermano Manuel - a París donde trabaja como traductor y entra en contacto con la vida literaria parisiense. Posteriormente, en una segunda estancia en París (1902) conoce a Rubén Darío, con quien le unen mutuos lazos de admiración.
La publicación de Soledades (1903) lo revela como poeta extraordinario.
En 1907 obtiene la cátedra de francés en el Instituto de Soria. Allí pasa una etapa fundamental de su vida. En 1909 se casa con Leonor Izquierdo, una muchacha de 16 años, aunque tres años después, en 1912, ésta fallece en Soria. Antonio, desesperado, abandona la ciudad castellana y se traslada a Baeza. No obstante su corazón queda en Soria.
En 1919 se traslada a Segovia donde desarrolla una intensa actividad de cultura popular. Es elegido miembro de la Real Academia Española en 1927. Conoce por entonces a Pilar Valderrama, la Guiomar de sus últimos poemas amorosos. Y en 1931 obtiene una cátedra en el Instituto Calderón, de Madrid (más tarde pasará al Instituto Cervantes).
En Madrid le sorprende la guerra. Firme partidario de la República, tiene que trasladarse a Valencia; en un pueblecito vecino, Rocafort, vive y escribe en defensa de su España, hasta 1938, en que va a Barcelona, para refugiarse al año siguiente en Francia con su madre. Ambos, muy enfermos, son acogidos en un hotelito de Collioure, donde el 22 de febrero de 1939 muere el poeta. Tres días después fallece su madre.
Empleó con mucha frecuencia la rima asonante, las formas de la lírica popular - romances, coplas y cantares - y de la culta, el soneto, la silva,...
Su poesía es el resultado de la conjunción de una extremada sobriedad y sencillez formal con la emoción sincera y humana. "Desdeñoso de complacencias fáciles y de vanidades de los sentidos" (según Pedro Salinas), elimina toda retórica excesiva, metáforas brillantes, vocabulario rebuscado, elementos decorativos y virtuosísismos técnicos, quedando reducido al más puro y auténtico lirismo.
El mundo poético de Machado fue siempre coherente y unitario según lo arriba indicado, pero se puede observar una evolución que, manteniendo esa línea fundamental, comienza con una poesía modernista, dentro de un tono intimista muy sobrio y personal, para abrirse después a las preocupaciones propias del 98: España, los demás, el nuevo sentimiento ante el paisaje,... Su trayectoria termina en una poesía de contenido ideológico - filosófico, de carácter sentencioso y epigramático (composiciones breves, concisas y agudas, que expresan un pensamiento festivo, irónico o satírico).
El libro Soledades aparece en pleno apogeo del movimiento modernista, lo que es bien visible en la mayoría de los cuarenta y dos poemas que lo componen. Predomina en ellos el tono melancólico y doliente, la anécdota argumental es prácticamente inexistente y los temas son los característicos del intimismo posromántico: el amor, el paso del tiempo, la soledad, la infancia perdida, los sueños, ... Pretende Machado captar en sus versos lo que él denomina universales del sentimiento:
Pensaba yo que el elemento poético no era la palabra por su valor fónico, ni el color, ni la línea, ni un complejo de sensaciones, sino una honda palpitación del espíritu: lo que pone el alma, si es que algo pone, o lo que dice, si es que algo dice, con voz propia, en respuesta animada al contacto del mundo. Y aun pensaba que el hombre puede sorprender algunas palabras de un íntimo monólogo, distinguiendo la voz viva de los ecos inertes; que puede también, mirando hacia dentro, vislumbrar las ideas cordiales, los universales del sentimiento
Es ya muy característico el empleo de símbolos, con los que el poeta desea escudriñar el misterio de lo escondido: el camino, el espejo, el cristal, el laberinto, la fuente, el río, el mar, el jardín, el crepúsculo, la tarde, el otoño ... Sus significados son muy diversos y a veces cambiantes según los textos.
En la segunda edición de 1907 se acentúa la línea intimista. El recuerdo, la memoria, el sueño, evocan constantemente un pasado perdido. Se incorporan nuevos símbolos como el de las galerías del alma con el que Machado pretende dar cuenta del interior de la conciencia. Es notable una sensación general de angustia tanto por el fluir incontenible del tiempo como por la premonición de la muerte. Dios aparece también en algunos poemas entrevisto en un sentido muy unamuniano: racionalmente inexistente pero vitalmente deseable.
El sentimiento del paisaje es muy acusado y característico: la realidad exterior queda impregnada del estado emocional del poeta, de modo que la fusión en la poesía de Machado de paisaje y alma hace en ella bueno el famoso principio simbolista de que "el paisaje es un estado de ánimo".
En Soledades, bajo la diversidad de motivos e imágenes, puede advertirse una obsesión permanente: la búsqueda del yo, el desazonado interrogatorio sobre la propia identidad. Tema muy romántico, pero que Machado formula más desde la sensibilidad contenida de un Bécquer, que desde la actitud declamatoria del Romanticismo sonoro.
En realidad, diversas tradiciones poéticas confluyen en Machado (Realismo, Romanticismo, poesía popular, simbolismo, decadentismo).
Estos presupuestos: claridad, pero no sencillez, poesía en un tiempo irreversible, pobreza retórica, sí, y, añadimos, intimismo más allá de las anécdotas, es lo que Antonio Machado nos entrega en su primer libro, lo que seguía vivo cuando se desdobla en otros poetas y en sofistas retóricos. Es el nacimiento de su poesía de siempre con unción becqueriana, en el espíritu y en la forma. La palabra sobre la que gira el mundo lírico del primer Machado es tarde [...]. De los 96 poemas de que consta el libro, 36 de ellos hacen referencia a tarde y a sus sinónimos -totales o parciales - ocaso, sol que muere, crepúsculo, muere el día [...].
EL AGUA: inexorable fluir del tiempo (agua es la fuente - ilusión y también monotonía del vivir -; el río - fluir de la vida -; el mar o el agua quieta- la muerte, donde desemboca "el río" símbolo de raíz manriqueña ("Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar")
· LA FUENTE el agua que brota, símbolo de anhelos, de ilusiones
· EL CAMINO: la vida en su devenir (transcurso), como peregrinaje y búsqueda
· EL AIRE: libertad del hombre
· EL FUEGO: la poesía amorosa
· LA TIERRA: la realidad solitaria
· LA TARDE: momento propicio para la meditación; decaimiento, apagamiento, melancolía, nostalgia, expresión de la lucha entre la luz y las sombras; premonición de muerte
· LA CRIPTA, EL LABERINTO O LAS GALERÍAS: la búsqueda del mundo interno, del alma
· EL ESPEJO: el lugar donde se proyectan los recuerdos y los sueños
· LA COLMENA: la creación poética
· EL JARDÍN: la intimidad
Todos estos signos simbólicos se relacionan directa o tangencialmente con el elemento fundamental que golpea con insistencia en los versos de Machado: el tiempo. La poesía, dice, es "palabra esencial en el tiempo"; es, añade, el diálogo de un hombre con su tiempo, con el tiempo de su existencia. El poeta ha de abordar una doble tarea, en cierto modo contradictoria: captar la esencia de las cosas (el misterio del hombre y del mundo) y expresar el tránsito del tiempo (el fluir de la vida): esencialidad y temporalidad son, por tanto, los dos supuestos básicos de la poesía machadiana. El poeta ahondará en los enigmas de la vida e intentará desesperadamente aprisionar en sus versos el incesante fluir del tiempo.
La temática de Soledades gira en torno a unas hondas cuestiones: el tiempo y el fluir de la vida humana, la muerte y el problema de qué hay más allá, el problema de Dios... En suma, las cuestiones centrales de la condición humana, vista como una existencia doliente y azarosa. Con estos temas centrales se engarzan otros: la infancia perdida, los sueños, los paisajes, que enmarcan sus meditaciones y el amor. El tema del amor da a su poesía momentos muy intensos, si no muy abundantes. Y parece más bien un amor soñado y no realizado [...], o un amor perdido, mustio, muerto (con inequívocas notas becquerianas).
Los sentimientos ("universales del sentimiento") que, en consonancia con tales temas, dominan en el libro, serán, ante todo, ese sentimiento de soledad que le da título, y la melancolía, la tristeza, el hastío ante la monotonía o el vacío de vivir, la angustia vital, en fin: Sentimientos "universales", si se quiere, pero que llegan a Machado y a los poetas modernistas como herencia inequívocamente romántica. Temas y sentimientos, pues, compartidos con otros, con una tradición.
Publicado inicialmente en 1912, con las posteriores adiciones, Campos de Castilla consta finalmente de cincuenta y seis poemas. En ellos se advierten cambios fundamentales con respecto a Soledades: se atenúan considerablemente el subjetivismo y la introspección y, por el contrario, pasa a primer plano la realidad exterior.
Si en Soledades el paisaje, lindante con el sueño, tiene un carácter simbólico en el que se proyecta el yo íntimo, en Campos de Castilla aunque conserva cierto simbolismo, es ya de inspiración más objetiva y, más que recrear una atmósfera sentimental propicia a la meditación, se describen paisajes reales, que, muchas veces, se pueblan de presencias humanas o aluden a circunstancias históricas.
El yo del poeta pasa a un segundo plano y se abre a los otros. Es como si Machado pretendiera superar el característico intimismo de Soledades y buscara ahora en los demás las claves de una realidad que no había hallado respuesta satisfactoria en el buceo introspectivo de las galerías de su alma. De hecho, en 1922 y, pese a sus discrepancias con las nuevas orientaciones estéticas de las vanguardias, aplaudirá que la poesía escape "de la mazmorra simbolista", pues "estaba enferma de subjetividad".
En buena medida, Campos de Castilla supone la vuelta hacia cierta poesía realista como vía de salida del Modernismo simbolista.
En Campos de Castilla conviven poemas muy diversos. Así, de acuerdo con el título del libro, abundan los que describen los paisajes y las gentes de Castilla. Se da cuenta del pasado glorioso de estas tierras y su andrajoso presente. Al lado de textos puramente descriptivos, hay otros que pintan una visión negra de lo español.
Cuando, después de la muerte de Leonor, Machado recuerda las tierras castellanas desde Baeza, su visión de ellas es más lírica y emotiva y el paisaje aparece otra vez teñido de subjetividad.
También del período de Baeza son los poemas con cuadros de paisaje y tipos andaluces, en los que Machado - tras haber observado el mundo de latifundios, señoritos y miseria - presenta una dura visión de la España tradicional religiosa y conservadora, desde una ideología abiertamente progresista.
Un nuevo tipo de poesía hace también su aparición en Campos de Castilla: la poesía sentenciosa de tipo filosófico y moral que integra la serie Proverbios y cantares. En estos poemillas Machado aúna sus preocupaciones filosóficas y existenciales, cada vez más presentes en su vida y en su obre, con las formas estróficas populares, todo ello envuelto frecuentemente en una sutil ironía.

José Ortega y Gasset nació en Madrid el 9 de mayo de 1883. Su padre, José Ortega y Munilla, dirigía el periódico "El Imparcial", propiedad de la familia de su madre, Dolores Gasset, perteneciente a la burguesía liberal e ilustrada de finales del siglo XIX. La tradición liberal y la actividad periodística de su familia determinarán la futura actividad de Ortega en un doble ámbito: en su participación en la vida política española y en su actividad periodística. Ortega publica numerosos artículos de prensa, culturales y políticos; además, el estilo periodístico puede reconocerse también en sus obras más técnicas y filosóficas.
Tras sus primeros estudios en Madrid, Ortega comienza en 1891 en Málaga los estudios de Bachillerato en el colegio de los jesuitas de Miraflores del Palo. Allí entra en contacto con otros jóvenes de la burguesía malagueña. Su próxima estación será Deusto donde comienza sus estudios en 1898, estudios que continuará, poco después, en la Universidad de Madrid. Son los años de la guerra hispano-norteamericana, y de la consiguiente pérdida de las colonias (Cuba, Filipinas y Puerto Rico) que marcarán, como se sabe, la conciencia política y cultural de buena parte de los intelectuales españoles, elevando el tema de la decadencia de España al primer plano de la reflexión, así como el de la necesidad de una regeneración.
En 1902 obtiene la licenciatura en Filosofía y dos años después defiende su tesis doctoral. En 1905 viaja a Alemania (universidades de Leipzig, Berlín y Marburgo), donde entra en contacto con los neokantianos H. Cohen y P. Natorp, en 1906, asistiendo a sus cursos. Ambos ejercen una gran influencia en su pensamiento, aunque Ortega no se limitó a aceptar los principios neokantianos sin más, sino que adoptó una actitud crítica y constructiva ante ellos. En 1908 regresa a Madrid y en 1910 accede, por concurso, a la cátedra de Metafísica de la Universidad de Madrid. Ese mismo año contrae matrimonio con Rosa Spottorno y Topete.
Su actividad pública a partir de 1911 es agitada e incansable. Intenta llevar a la práctica sus ideas regeneracionistas. Con ese fin funda en 1914 la "Liga de Educación Política Española"; en 1915 la revista "España"; y en 1916 será cofundador del diario "El Sol". Al mismo tiempo publica sus primeras obras, como las "Meditaciones del Quijote", (en 1914), "El Espectador", (en 1916), iniciando el período perspectivista de su filosofía, que predominará en su obra hasta 1923.
En 1923 se instaura en España la dictadura de Primo de Rivera. Ese año fundará la "Revista de Occidente", de marcada oposición política a la dictadura, oposición que le llevará, en 1929, a dimitir de su cátedra en la Universidad de Madrid, continuando sus actividades filosóficas en lugares no vinculados anteriormente a la filosofía, como la Sala Rex y el Teatro Infanta Beatriz (actualmente el conocido restaurante Teatriz), impartiendo clases a modo de conferencia, algunas de las cuales serán recogidas posteriormente en su obra "¿Qué es filosofía?", y cuyos contenidos corresponden ya al período racio-vitalista de su pensamiento, iniciado en 1923.
En 1930 vuelve a la cátedra de la Complutense, bajo la dictadura de Berenguer, más tolerante que la de Primo de Rivera, aunque continúa su actividad pública. Ese mismo año publicará "La rebelión de las masas", una de sus obras más célebres. En 1931, junto con otros intelectuales de la talla de Gregorio Marañón o Pérez de Ayala funda la "Agrupación al Servicio de la República" y es elegido diputado a las Cortes Constituyentes de la recién proclamada II República por la provincia de León. Después de su experiencia parlamentaria retornará a la actividad académica publicando, en 1934, "En torno a Galileo", y en 1935 "Historia como sistema", siendo homenajeado ese mismo año por la Universidad de Madrid.
A raíz del golpe de estado de 1936 contra la II República, que dará lugar a la guerra civil española, Ortega se autoexilia, estableciendo su residencia primero en París, y luego en Holanda y Argentina, hasta 1942, año en que establecerá su residencia en Portugal. Al finalizar la segunda guerra mundial regresará a España, en 1945 y, aunque se le autoriza un ciclo de conferencias en el Ateneo de Madrid, no se le permite recuperar su cátedra de Metafísica, ante lo cual funda, en 1948, el "Instituto de Humanidades", donde vuelve a impartir docencia ante un público no universitario. En 1950 realiza un último viaje a Alemania, decepcionado ante las dificultades de su estancia en España, siendo nombrado en 1951 Doctor Honoris Causa por las universidades de Marburgo y Glasgow. Regresará a España en 1955, donde muere el 18 de octubre en Madrid.

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